Cronicas de una biblioteca

El señor Carlos Ruiz, dueño de la antigua biblioteca municipal de Salamanca, estaba realmente molesto  aquella tarde. 
- ¿Esque tanto cuesta devolver los prestamos en su plazo?-  Murmuraba una y otra vez para si mismo.   –Digo yo que un poco de vergüenza me daría, un año ya, Dios santo. 
Y  esque no era la primera vez que alguien se llevaba prestado uno de los miles de  libros que aquellos pasillos custodiaban y después tardaban una eternidad en volver a sus estanterias, pero nunca había ocurrido algo similar a lo que hoy tenía tan de mal humor a nuestro personaje.  Una vez más, volvió a llamar al numero del supuesto ‘sinverguenza’  que desde hace un año no le devolvía ‘En los Zapatos de Valeria’ uno de los best-sellers que más le pedían los usuarios pero que por desgracia no podía ofrecer (Ay, Carlos, si usted supiera la realidad…).
 Pero de nuevo, no recibió ninguna respuesta al otro lado de la línea. Lo curioso esque a veces escuchaba el sonido de alguien descolgando, pero sin embargo jamás escuchó nada más que una respiración, y el silencio antes de dejarlo con la palabra en la boca y desaparecer haciéndole creer que todo eran imaginaciones suyas.  

En otra parte, en aquel mismo momento
+Mamá, acaba de llamar otravez ese señor tan raro de la biblioteca, no se que es lo que quiere pero últimamente no nos deja en paz.
-Ay hijo, no se porque sigues cogiéndole las llamadas. Seguro que es algún viejo loco que no sabe ni lo que hace y la tiene tomada con nosotros. Ten mas cuidado si sigue insistiendo, hazme el favor.
Daniel  y su madre estaban discutiendo en el salón de su casa. Hacía cosa de un año que las llamadas de aquel ‘acosador’, como ellos lo llamaban, no cesaban, casualmente desde el dia que el padre de Daniel falleció en un accidente de trafico. Claro, aquello no debía ser una coincidencia, pensaban, seguro que era algún psicópata intentando tomarles el pelo intentando hacerles creer que en realidad Pablo Marco seguía vivo cuando ellos sabían perfectamente que no era así.  Por mucho que lo desearan con todo su ser, no volvería nunca. 
En aquel momento sonó el teléfono por segunda vez en una hora, y en la pantalla apareció el teléfono de la biblioteca. La madre, que ya estaba demasiado alterada a causa de la insistencia del señor Carlos, decidió hablar con el y dejarle las cosas claras.
+Buenas tardes, el señor Pablo Marco…? Se escuchaba al otro lado de la línea. 
-Escucheme bien, porque no voy a volver a repetírselo ni a cogerle el teléfono, dejenos en paz a mi y a mi familia. Como reciba una sola llamada más de usted, le denuncio. Le ha quedado claro o le hago un croquis? 
Carlos colgó el teléfono en estado de shock. Quien se había atrevido a hablarle de aquella manera tan violenta?  Las dudas no dejaban de agolparse en su cabeza, aquello ya era una tomadura de pelo, pensaba.  
+Primero no quiere devolverme algo que me pertenece y después me amenaza para salirse con la suya, pues va a saber usted quien soy yo, don  Pablo. A ver como reacciona cuando aparezca en la puerta de su casa para acabar con esto de una vez por todas. 
Mientras hablaba para si mismo, buscaba en su libreta de direcciones donde vivía aquel tal Pablo Marco. ‘Ajá’ pensó cuando la encontró. ‘Ya no tienes escapatoria.’ 

De nuevo, en casa de la familia Marco

DING DONG. DING DONG. DING DONG. DING DONG.
El timbre de la puerta sonaba sin parar. La madre de Daniel abrió la puerta irritada. ‘Que demonios pasa hoy que todo el mundo parece querer tocarme las pelotas?’ pensaba.  Tras la puerta se encontró con un señor de unos 60 años, con el pelo canoso, de media estatura  y bastante delgaducho. Se colocó las gafas mientras preguntaba por Pablo Marco al mismo tiempo que la madre despotricaba contra todo lo que el decía.
+Pero esque no te basta con arruinarnos la vida con tus malditas llamadas, que ahora encima tienes el valor de plantarte delante de nuestra casa para remover la mierda? Dejanos en paz, te juro que soy capaz de encerrarte en la cárcel a ver si así nos olvidas de una maldita vez. 
-Pero que tonterías está usted diciendo, señora? Yo no se nada de su familia ni quien es usted, yo lo único que quiero es que me devuelvan el libro que tienen aquí desde hace más de un año, que menuda poca vergüenza tienen para tratar de esa manera a un humilde bibliotecario.
+Espere usted un momento. DANIEL, HIJO, TU POR CASUALIDAD NO TENDRÁS UN LIBRO DE LA BIBLIOTECA CON EL PLAZO DE DEVOLUCIÓN VENCIDO, VERDAD? Gritó la madre
Daniel  salió de su cuarto con cara de extrañado. Él no había tocado un libro en su vida.  El único en aquella casa que solia leer era su padre y él ya no estaba, recordó apenado.
+Está usted seguro de que es aquí?  Le volvió a preguntar la madre a Carlos al ver la negativa de su hijo.
-Estoy buscando a un tal Pablo Marco, en el fichero he podido comprobar que vive aquí pero cuando llamo, nunca recibo respuesta por su parte. Podrían decirme donde está o si conocen su paradero?
Entonces Daniel y su madre lo entendieron todo de repente.  Le explicaron lo sucedido con Pablo y le devolvieron el libro. Carlos por fin pudo regresar a su biblioteca con el libro en las manos y comprendiendo todo lo que había estado sucediendo últimamente.  Se sintió terriblemente arrepentido por haber insistido tanto con las llamadas, pero ¿Cómo iba a saber él lo que estaba sucediendo en realidad?
*Marina Mora


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