No necesitas nada mas que a ti misma.
El hombre mas sabio que he conocido en toda mi vida,
apareció de pronto, sin esperarlo, pero podría decirse que en el fondo llevaba
mucho tiempo necesitándolo sin saberlo. Quizá no me di cuenta hasta que lo ví,
pero fue inevitable volver a sentirme la de antes de todo este bache al verle. Y solo le he visto una vez, y
no creo que tenga oportunidad de volver a verle, creo que precisamente ahí
reside la magia. Se llama Jorge, y fue
mi terapeuta por un dia. Un solo día, pero que marcaria mi destino a largo
plazo.
Digamos que yo estaba en una fase un poco negra de mi vida.
A simple vista, tenia todo lo que una persona de 30 años se supone que debe
tener, y todo el mundo estaba convencido en su idea de que por eso yo ya era la
mujer más feliz del mundo. Como si no existieran problemas más allá de casarse,
tener hijos y tener un trabajo estable y una casa donde vivir. Como si todos
nuestros objetivos vitales se basaran solamente en eso, y si lo has conseguido
todo, ya tienes entrada VIP en el paraíso y todo te fuera maravillosamente
genial y vivieras feliz y comieras perdices. Pero en el fondo, yo notaba desde
hace tiempo que mi vida no marchaba tan bien como yo hacia creer, me sentía en
un bache continuo, que por más que intentara levantar cabeza, la realidad se me
volvia a comer.
Trabajaba en una agencia de publicidad desde hace 12 años,
me coloqué allí bien jovencita y todavía continuo porque mis jefes me tienen en
alta estima y siempre dicen maravillas de mi (que soy de las mejores
trabajadoras… bla bla bla), me casé a los 25 con Pedro y poco después tuvimos
una maravillosa hija a la que pusimos Alba de nombre. Ahora vivimos en una
acogedora casa en el centro de Madrid, que a todos mis amigos les encanta
porque dicen que ‘parece sacada de una revista de interiorismo’. Hasta aquí, el
cuento de hadas funcionaba. Pero, y si ahora os contara que mis compañeras de
oficina eran unas arpías envidiosas, que no hacían mas que hacerme la vida
imposible desde que me sentaba en mi puesto de trabajo hasta que me iba a mi
casa? Realmente siempre noté que no me tragaban del todo por ser la favorita
del jefe, pero al menos al principio se esforzaban por disimularlo, ahora ya no
se cortaban en darme su opinión (ellas, siempre tan amables y educadas, notese
la ironia) y en cuchichear de mi en mis propias narices. Y si os dijera, que mi
hija Alba está entrando en la edad del pavo, esa edad tan complicada en la que
los padres pasamos a ser un estorbo y solamente importan los chicos, salis con
las amigas cada dia y las apariencias? Y claro, para poner la guinda al pastel,
mi queridísimo marido pasaba de todo, el
llegaba de trabajar a las 4 de la tarde y se sentaba al sofá, a observar
mientras yo cocinaba, limpiaba, discutía con nuestra hija por estupideces cada
dia mas absurdas, y básicamente me encargaba de TODO, mientras él jamás se
había dignado a implicarse. A que ya no es tan bonito mi cuento de hadas?
Aquella mañana, cuando me sonó el despertador, sentí de
nuevo esa sensación de agobio, de ansiedad, de no poder hacer frente a lo que
sabía que me iba a deparar el dia, pero aquella vez los sentimientos se
intensificaron, dieron paso a un amasijo de ralladas mentales, de no poder
desahogarme con mi familia o mis amistades por no echar a perder la imagen de
princesa de cuento que tenían de mi, de querer huir de aquella casa que ni
siquiera era mia, sino de Pedro, y a la que hace meses que sentía que no
pertenecia. Me ahogaba. No podía respirar. En aquel momento, fue cuando me di
cuenta de que tenia que hacer algo, porque todo aquello estaba afectando a mi
salud. Abrí el periódico, como cada
mañana mientras desayunaba, y me fijé especialmente en una columna que llamó mi
atención.
TERAPIA EXPRESS, CON EL PSICOLOGO JORGE HURTADO. RESULTADOS
MILAGROSOS. PRIMERA SESIÓN GRATUITA, NO
QUEDARÁ DECEPCIONADO.
No perdiá nada por probar, no? Así que pedí la mañana libre
en el trabajo y allá que me fui. El doctor Hurtado no tardó en atenderme.
+Que te atemoriza, doña Maria? – Me preguntó.
Yo me sinceré con el, le conté todo, como me sentía desde
hace tiempo, como me fue absorbiendo poco a poco esa realidad de la que ahora
ya no me veía capaz de dar salida. Me sentí rara al abrirme de tal manera con
un completo desconocido cuando no era capaz ni de hacerlo con mi propia
familia. El doctor me escuchaba atentamente, y cuando terminé de hablar (y de
hiperventilar), sentenció.
-Tú lo único que necesitas es dejar de preocuparte tanto por
lo que los demás opinen sobre tu vida, y empezar a preocuparte por ti misma. Es
imposible tener a todo el mundo satisfecho, y si nos esforzamos tanto por
quedar bien con nuestro alrededor, nos acabamos olvidando de nuestras propias
necesidades. A partir de ahora, olvidate de tu familia, de tus amistades, de
tus compañeras de trabajo y de tu marido. Y concentrate en una única cosa ¿Qué
necesito para ser feliz yo, no los demás, sino yo? Y lo que te diga tu corazón,
es lo que debes hacer. Espero haberte servido de ayuda. Muchas gracias por tu
visita.
Salí sintiéndome una persona nueva de aquella consulta, como
si de pronto volviera a ser yo, la Maria que tanto tiempo llevaba escondida en
mi interior. Por fín tuve el valor de hablar con mi familia, con mis amistades.
Me separé de Pedro, y ahora vivimos mi hija y yo en una casa quizá un poco
alejada del centro de Madrid pero que nos encanta a ambas. Y por cierto, Alba
ahora está haciendo unas clases de
teatro que le están yendo super bien para aislarse de sus problemas de
adolescente. Dejé mi trabajo, y ahora estoy en una agencia de viajes,
maravillosa. Incluso a veces salgo a tomarme algo con mis nuevas compañeras de
trabajo que son majísimas. Por fin puedo
decir que me encanta mi vida, que me he olvidado de las apariencias y que ahora
todo lo que hago, es por y para mi.
Comentarios
Publicar un comentario