Casualidades bonitas.
Tic tac, tic tac, tic tac.
Los minutos se me hacían eternos en aquella estación,
mientras esperaba a que mi amiga Diana llegara de su pueblo. Había recorrido un
montón de km para verme, y es que yo vivía en Valencia y ella en un pueblecito
de Barcelona, y nos veíamos poquísimas veces, por eso estaba nerviosísima por
volver a pasar una tarde juntas después de tantos meses. Su tren al parecer
tenía un retraso, y yo estaba muriéndome del aburrimiento, cuando de pronto
pasó por delante de mí un chico que me sonaba quizás demasiado. Le seguí con la
mirada. No daba crédito a mis ojos. Era Bradley, el cantante del famoso grupo londinense
The Vamps! Había escuchado que tenían un
concierto por aquellas fechas en mi ciudad, y cuál fue mi rabia cuando me metí
súper emocionada a mi ordenador pensando en que podría conocerles en persona
cuando me enteré de que ya no quedaban entradas porque se agotaron todas en
unas horas. Mi teléfono no dejaba de vibrar, quizá eran mensajes de Diana pero
de pronto ya no estaba nerviosa por su llegada, sino por la maravillosa visión
que me estaban ofreciendo mis ojos. El chico parecía un poco perdido, ya que no dejaba de dar vueltas por la
estación y de consultar una y otra vez los tablones de próximas llegadas y
salidas. Quizá debería acercarme a él y ayudarle? Uf, no, que vergüenza, no
sabría ni que decirle y quedaría como una tonta. Pero de pronto, fue él quien
empezó a andar hacia mí mientras yo hiperventilaba.
-Hola, perdona eres de aquí?
- Me preguntó con un elevado acento inglés.
+Eh, esto, hola, si... Que sucede? -Inspira, expira, por favor Carla podrías
deja de hacer ya el ridículo delante de tu cantante favorito? Gracias.
Bradley pareció ignorar mi más que evidente nerviosismo y
empezó a preguntarme un montón de direcciones aleatorias. Me costaba entenderle
y parecía que ni siquiera el mismo sabía donde estaba, pero deducía que si era
de fuera estaría buscando un hotel donde alojarse. Le indiqué donde estaba el
más cercano.
-Podrías darme alguna indicación más? Esta ciudad es enorme
y me da miedo perderme.
Entonces tuve una idea brillante.
+Claro, de hecho, podría acompañarte.
Pareció conforme y empezamos a andar. Bravo, Carla, ahora
vas a tener unos minutos a solas con él. Corre, dale conversación antes de que
se aburra de ti.
+Y bueno, estás en España por trabajo?
-Sí, tengo un concierto con mi grupo aquí esta noche.
+Ah, ya. Yo intenté conseguir una entrada, pero se agotaron
enseguida y no tuve suerte. – Dije intentando no parecer una fanática loca de
esas que persiguen a los famosos.
Me miró con cara de complicidad.
-Bueno, podría conseguir que te dejaran entrar. Así te
devuelvo el favor. Si no fuera por ti estaría más perdido que un pulpo en un
garaje.
Yo estaba dando saltos de la emoción internamente. También
debo admitir que aproveché la situación para darle un abrazo. El resto del
trayecto nos lo pasamos contándonos anécdotas divertidas que nos habían pasado
en viajes. Pensaba que yo era la reina
de hacer el ridículo debido a mi torpeza, pero mi nuevo amigo me quitó la
corona.
-Muchas gracias por acompañarme. Te veo esta noche entonces
no? – Me dijo cuando ya llegamos al hotel
Me sonrojé y asentí. En cuanto lo vi alejarse, de pronto me
acordé de mi amiga, me saqué el teléfono del bolso y vi que me había enviado
unos 200 mensajes preguntándome donde estaba. Volví corriendo a la estación a
buscarla sintiéndome la peor amiga del planeta, pero en cuanto le conté las
buenas noticias que tenía, enseguida me quitó la cara de circunstancias que tenia.
+TIA QUE TENEMOS PLANAZO PARA ESTA NOCHE. ADIVINA LO QUE
ACABA DE PASARME.
Empezamos a abrazarnos y a dar saltitos de la emoción
mientras la gente que paseaba por la estación nos observaba perpleja.
Aquella misma noche, ya estábamos haciendo cola para el
concierto una hora antes de que empezara. El guarda de seguridad en cuanto nos vio
se acercó a nosotras y ante las miradas muertas de envidia de las demás fans,
nos dijo que teníamos preferencia y que no necesitábamos hacer la cola para
entrar, que el cantante nos esperaba dentro. Como demonios me había reconocido?
Ni idea, pero yo estaba en una nube. Entramos y nos reservaron un sitio enfrente
del escenario, desde el cual Bradley enseguida me reconoció y nos saludó.
-Que tal estáis chicas? Esta es tu amiga Diana? Encantado de
conocerte.
Se dieron dos besos y se hicieron un selfie. De pronto mi
amiga estaba tan nerviosa que me recordaba a mí esta misma mañana cuando no era
capaz de articular palabra. El concierto fue increíble y nosotras saltamos y
cantamos a pleno pulmón. Nunca volví a hablar con Bradley debido a lo difícil que
es toparse con un famoso en plena calle, pero yo siempre estaré agradecida de
haber tenido la suerte de cruzarme con él y haber compartido una experiencia
tan bonita. No todas las seguidoras de un artista tienen esa oportunidad.
Comentarios
Publicar un comentario