El intruso misterioso
Aquella noche mi hermana pequeña llegó con un completo
desconocido a casa, lo llevó a su habitación, lo dejó allí y acto seguido
arrancó una hoja de papel de su libreta y escribió algo. Ante las miradas
atónitas de mis padres y mía, abrió la puerta de casa, colgó la hoja de papel
con un trozo de desafil, cerró la purta y se volvió a su habitación tan pancha.
Cuando hubo desaparecido de nuestras vistas, mi madre volvió a abrir la puerta
de casa para comprobar que locura se le había ocurrido de nuevo a la pequeña diablesa.
Pudo leer claramente con letra infantil:
NO LLAMEIS AL TIMBRE NI TOQUEIS A LA PUERTA. ATENTAMENTE,
GABRIELLA.
Se quedó atónita. Mira
que mi hermana Gabriella había hecho cosas raras y en mi familia ya estábamos
hasta acostumbrados a sus salidas de tiesto (aun recuerdo cuando interrumpió la
obra teatral del colegio para marcarse un solo de Christina Aguilera y ni se le
ocurrió pensar que aquello no estaba bien) pero aquello era lo más inesperado que podía
hacer. No queríamos ni imaginar quien
sería aquel tipo con pinta tan extraña que se había colado en nuestro hogar sin
ni siquiera presentarse ni que beneficio querría obtener de el una niña de 10
años. Quizá le había contratado para que le hiciera los deberes de clase? Quién
sabe.
El susodicho no salió
de la habitación de ella en toda la noche, ni siquiera cenó con nosotros y por
más que intentáramos sonsacarle información a la pequeña, no soltaba prenda. Simplemente
se dedicó a coger un plato de comida y cubiertos, llenó un vaso con agua, lo
puso todo ordenadamente en una bandeja y se lo llevó a la habitación y después,
como si nada, volvió y se sentó a la mesa a cenar con nosotros en un silencio
abismal. Tenía una mirada misteriosa. Como
si en su cabeza estuvieran pasando mil cosas que ninguno de nosotros pudiéramos
llegar a conocer jamás. En cuanto
terminó de cenar, se cepilló los dientes, se puso el pijama, nos dio las buenas
noches a todos y se volvió a su cuarto a dormir. Yo escuchaba a mis padres
cuchichear, visiblemente preocupados, pero ninguno nos atrevíamos a entrar en
esa habitación ni a enfrentarnos a ese tipo tan misterioso ni a su cómplice.
Conociéndola, era capaz de escaparse de casa si le parecía que estábamos siendo
demasiado duros con ella (ya lo hizo una vez cuando la castigamos por forzar la
taquilla de su profesora de inglés para robar los exámenes de gramática y hacer
fotocopias para todos sus compañeros de clase, pero no tardó ni medio día en
volver llorando a casa porque no tenía donde ir) y a ninguno nos apetecía
volver a pasar por uno de sus berrinches infantiles sin sentido así que
decidieron dejarlo todo pasar y ya veríamos como terminaba la situación.
A la mañana siguiente en cuanto sonó el despertador, mi
hermana se vistió, se preparó su vaso de leche con Nesquick y galletas, se lo
tomó, se preparó la mochila y se fue para el garaje a esperar a que mi madre la
llevara a clase con el coche. Mi madre, aprovechando que por fin la pequeña
traviesa había dejado su habitación libre y abierta corrió a comprobar que había
pasado con aquel extraño intruso, pero para su sorpresa, ya no estaba. No había ni rastro del
hombre, ni del cartel que había estado pegado en la puerta de casa toda la
noche, y la ventana estaba abierta a pesar de que estábamos a 15 grados. Sin embargo, sobre la mesita de noche de mi
hermana había un teléfono móvil súper moderno que claramente no era suyo,
porque mis padres jamás le permitieron tener uno. Nadie volvió a mencionar el
tema, ninguno de mis vecinos se extrañó por la misteriosa nota, y simplemente
todo volvió a la normalidad, hasta que una semana después mi madre llegó a casa
con un periódico en la mano y con cara de terror y me lo tendió para que lo
leyera. En la primera pagina, había un
titular en letra enorme y una foto de un hombre que curiosamente se parecía
mucho al que nos había tenido una noche con el alma en vilo.
SE BUSCA SUSO RAMIREZ. LADRÓN ESCURRIDIZO. EN LA ULTIMA
SEMANA HA COMETIDO 5 ATRACOS EN NEGOCIOS DE LA LOCALIDAD DE CASTELLÓN. QUIEN LO
CAPTURE CON VIDA RECIBIRÁ UNA GENEROSA RECOMPENSA.
Así que de eso se trataba todo. Aquel tipo había chantajeado
a mi hermana para que le dejara esconderse en nuestra casa por una noche y
seguramente de madrugada cuando nadie pudiera encontrarle escapó por la ventana
de su habitación. De ahí que misteriosamente tuviera un teléfono nuevo que
nadie le había comprado. Lo único que esperaba, es que jamás se cruce con la
propietaria real del teléfono, porque por lo visto dudo que el ladrón lo hubiera
adquirido por medios legales.
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